El psicoanálisis de Marie
Langer y los grupos
El año 1957 se edita por
primera vez el libro que hoy constituye un clásico Psicoterapia de
grupo un enfoque psicoanalítico, escrito por Langer, Grinberg y Rodrigué.
El texto comienza con una hermosa frase que condensa una postura teórica y, al
mismo tiempo, una forma de practicar el psicoanálisis, dice así: “este es un
libro sobre grupos, escrito por un grupo”, y habría que agregar “que trabaja
psicoanalíticamente con los grupos.”
Los autores fundamentan cómo es que “el grupo”, lo
grupal, representa un campo, un espacio, desde el cual se intenta desentrañar
la esencia de los mecanismos más primarios que explican “lo social”.
Para Marie Langer, el interés por el fenómeno
social y la psicoterapia de grupo en particular, confluyen en un quehacer
teórico y práctico que surge en un contexto histórico-político determinado, a
principios del siglo pasado. En esa etapa histórica se produce una gran
inestabilidad y complejidad en el medio social, lo que repercute en un
surgimiento de nuevas especialidades en la relación del conocimiento del hombre
con sus realidades. Hay un florecimiento de las ciencias sociales, aparecen
corrientes ideológicas y filosóficas que plantean diversas discusiones en torno
a cómo estudiar y/o investigar la realidad social, con qué métodos, con qué
técnicas. El psicoanálisis surge en este contexto.
Marie Langer destaca el
aporte que el psicoanálisis hace a la filosofía, en cuanto introduce un
análisis en detalle sobre el vínculo del sujeto-objeto de conocimiento, lo que
repercute en una mirada diametralmente diferente de los métodos de estudio de
las ciencias sociales, discriminándolas cada vez más de las ciencias naturales
y sus pretensiones de encontrar certezas y verdades universales. En este
sentido es que ella cita a Marx cuando dice “el problema de sí la verdad
objetiva pertenece al pensamiento humano, no es una cuestión de teoría, es algo
que pertenece a la práctica”, postulado a partir del cual constituye una
sólida fundamentación acerca de un tipo de práctica científica que se aleja del
empirismo estático, para tomar siempre en cuenta el juego dialéctico existente
entre objeto y sujeto de conocimiento. Para Marie Langer, este aporte del
pensamiento psicoanalítico es uno de los más significativos en relación con las
ciencias sociales.
Para la
psicología y la sociología, que han debido hacer un desprendimiento difícil,
tanto de la filosofía como de las ciencias naturales, para llegar a
constituirse como ciencias autónomas, tomar las nociones psicoanalíticas se
constituyen en una herramienta teórica y práctica para acercarse a sus objetos
de estudio.
Marie Langer
destaca y recrea el lugar que el psicoanálisis toma en esa vieja polémica entre
sociologicistas y psicologicistas (Tarde y Durkheim), dilucidando cómo con
Freud se integran esas antinomias. En tal sentido, en su libro detalla tres
tipos de contribuciones:
1.
El reconocimiento de la importancia decisiva del medio ambiente en el
desarrollo del hombre. La participación de los factores históricos en la
estructuración de la personalidad, tema que ocupa un lugar central en la teoría
analítica.
2.
La teoría del superyó: viene a ser una teoría operacional, en cuanto
explica en qué forma la sociedad actúa sobre el individuo. Parte de la base de
la dialéctica de interacción entre un mundo de objetos externos y un mundo de
objetos internos imaginarios, los que, a su vez, son un producto complejo de
fantasía y realidad, que se origina a partir de la necesidad del individuo de
salir del caos de sentimientos ambivalentes y contradictorios que se despiertan
en los primeros contactos del niño con la realidad. Ella piensa que, a grandes
rasgos, es de esta manera como la sociedad, con toda la complejidad de su
organización y sus instituciones, pasa a ser una entidad interna asimilada a la
realidad psíquica del sujeto. La naturaleza interna del yo, desde esta mirada,
integra también la dicotomía individuo-sociedad.
3.
La contribución más importante, sin embargo, está en el campo metodológico,
en el sentido de que representa una forma opuesta de investigar al de la
observación directa, validado por las ciencias naturales. En vez de referirse
sólo a observar “el aquí y el ahora” del paciente, se centra en “el allá y el
entonces”. La situación transferencial permite la reconstrucción del pasado, en
la medida en que este se manifiesta como una reminiscencia en el presente. Se
transfiere el pasado al presente, se considera al individuo “en situación”, en
constante interacción con la sociedad que lo rodea. Freud fue el primero en
reconocer este proceso y lo convierte en una herramienta técnica.
La transferencia ligada a
emociones y afectos, se manifiesta con relación a una persona mediata, o sea,
en un campo de relaciones bipersonales. Paciente y terapeuta, en psicoanálisis,
constituyen el campo con las condiciones necesarias para estudiar lo que a esa
ciencia le interesa: el inconsciente.
Desde este punto de vista,
Marie Langer dice que hay varios tipos de psicologías: las bipersonales, las
unipersonales y las multipersonales. Esta última sería aquella relacionada con
la microsociología, a la cual pertenece el estudio de lo grupal.
La sociedad está formada
por grupos, la familia, la escuela, la iglesia, la empresa, una nación (como
confederación de grupos), son lugares por los cuales transitamos desde el
nacimiento hasta la muerte y, así, constituyen el lugar más indicado donde se
puede estudiar la psicología social. Por esta razón es que Freud dice que toda
psicología es psicología social.
Ella hace un parangón muy
didáctico con la física, en la que los descubrimientos de la microfísica, por
ejemplo la naturaleza de la energía atómica, revolucionan conceptos básicos de
las leyes de la macrofísica. Así, el psicoanálisis revoluciona la mirada y la
interpretación de los fenómenos sociales.
La postura de Marie
Langer, desarrollada en este punto, es considerada por ella misma como
ambiciosa y muy optimista, al considerar que los procesos psicosociales sólo
podrán ser estudiados a partir de las investigaciones de la conducta de los
grupos reducidos.
Lo grupal terapéutico
Las primeras experiencias
de psicoterapia de grupo surgen en forma casi casual y son realizadas por Prats
en 1905, quien atiende un hospital de tuberculosos y decide dictar clases
colectivas a los pacientes, en las que empieza a utilizar en forma sistemática
y deliberada las emociones colectivas en la prosecución de una finalidad
terapéutica, su técnica se apoyaba en dos pilares:
1.
Activa en forma controlada la aparición de sentimientos de rivalidad,
emulación y solidaridad en el grupo.
2.
El terapeuta asume el papel de una figura paternal idealizada.
Estas técnicas pasan a
denominarse terapias que actúan “por el grupo”, ya que incitan y se valen de
las emociones colectivas sin tratar de comprenderlas, como medio auxiliar, para
reforzar otros tratamientos. Tienen una estructura fraternal. El mecanismo
descubierto por Prats es el mismo que es usado en las corrientes terapéuticas
que trabajan con los alcohólicos. Lo diferente es que, en lugar de idealizar al
terapeuta, se busca estimular una fraternidad que permita la máxima
homogeneización de sus miembros, disminuyendo los liderazgos al mínimo.
En los grupos de
alcohólicos anónimos, el efecto terapéutico se basa en que el ex-alcoholista
repara o ayuda a otro alcoholista, que se identifica plenamente con su
reformador, ante el hecho de que éste ha tenido el mismo problema y lo ha
superado; mientras, el ex-alcoholista también se beneficia rescatando al
paciente, pues así sublima y elabora vicariamente las tendencias que lo
llevaron a su propia adicción. En estos grupos terapéuticos hay una negación de
la envidia y la rivalidad, el paciente no es un enfermo, es como un estudiante
que ha fracasado. Aunque trabajan superficialmente los problemas, son técnicas
útiles y tienen el mérito de haber resaltado la importancia de la socialización
del paciente.
Otra corriente de terapia grupal, esta vez inspirada en el
psicoanálisis, es aquella que introduce la interpretación en la situación
grupal, instrumento que es usado para modificar los dinamismos más profundos
del grupo y, por tanto, transformar su estructura. Se reemplaza el
procedimiento sugestivo de las terapias “por el grupo” por la interpretación
“en el grupo”. En esta corriente se utilizan procedimientos o artificios que
tienen como fin unificar al grupo, de tal modo que la interpretación sea válida
para todos o para la mayoría.
Algunos procedimientos son el constituir grupos homogéneos, con
características similares en sexo, edad, nivel socioeconómico, etc.. Lo que
requiere una estricta selección de los integrantes y aún algunos autores, como
Slavson, preparaban al grupo. Por ejemplo, si eran pacientes diabéticos, se les
dictaban charlas previas, para unificar al grupo con relación a la información
sobre la enfermedad.
Este método implica el
traslado directo del psicoanálisis individual al grupo, es como un
psicoanálisis individual frente a un grupo, en el que lo que se dice al
paciente A, es en gran parte benéfico y aplicable a los paciente B, C y D,
por la resonancia que la interpretación adquiere en este encuadre.
Finalmente, podemos hablar
de la técnica propuesta por Marie Langer, que es la técnica interpretativa “de
grupo”. Aquí se toma al grupo como fenómeno central, punto de partida de toda
interpretación. El grupo es una totalidad que influirá y determinará la
conducta de todos sus miembros, lo individual es considerado dentro de un marco
grupal desde donde se manifiesta.
La interacción de la totalidad de los pacientes configura una
situación transferencial entre el grupo y el o los terapeutas. Las interpretaciones
están orientadas a develar en lo expresado por el grupo, las fantasías y las
vivencias individuales, tomando siempre en cuenta que cada uno intenta colocar
al otro en los roles que corresponden a sus fantasías inconscientes.
Considerar al grupo como
una totalidad es tratarlo como si fuera un yo dividido en yoes parciales, y al
enfocarlo como una totalidad, su curación se logra a través de su integración.
En el plano individual, los miembros del grupo se modifican cuando, después de
proyectar lo dañado, pueden proyectar algo nuevo.
Los motivos por los cuales los grupos llegan a ser terapéuticos los
encontramos en Freud, quién le asignó particular importancia a la relación
edípica creada entre el niño y sus padres. El niño advierte que tiene impulsos
sexuales hacia ellos y percibe el vínculo sexual que los une. La contradicción
entre los sentimientos que surgen (amor, odio, envidia, frustración y deseo,
etc.) genera el conflicto edípico, de cuya crisis y elaboración dependerá la
normalidad psicosexual ulterior del individuo.
La constelación edípica es central para la psicoterapia de grupo, es
el primer conflicto típicamente social que sufre el niño. Las primeras
situaciones del binomio madre-hijo son sociales en cierto modo aunque, desde la
perspectiva del niño, la madre sea vivida como una parte de sí mismo y, más
tarde, una entidad vaga con la que está fusionado. El conflicto edípico permite
el reconocimiento del otro como otro.
La situación edípica constituye una de las matrices emocionales
básicas del grupo. Freud introduce un concepto esencial para la psicología
social. El niño, ante el dilema de su amor y odio, renuncia a la satisfacción
de sus deseos con los padres reales y los introyecta dentro de su yo, formándose
así el núcleo del superyó. La acción de esta instancia es similar a la de la
sociedad, de tal manera que la sociedad, con sus normas y mandatos, actúa desde
la estructura interna del yo.
Para el niño pequeño, la influencia correctora de la realidad
exterior modifica el mundo fantástico que ha ido formando bajo la supremacía de
los impulsos orales y anales, mundo que para él es tan real como el externo.
Por esto se puede hablar de una “sociedad” interna constituida por un sistema
de objetos internos. La familia, como máximo exponente de la sociedad, brinda
al niño un patrón básico de comportamiento que lo lleva a atemperar la
naturaleza extrema y fantástica de su mundo interno.
Durante los primeros 20 años, el ser humano pasa por toda clase de
grupos (familia, jardín infantil, colegios, calle, universidad, etc.) y frente
a cada uno de éstos se presenta con sus características sociales propias, con
su forma particular de establecer relaciones interpersonales, las que podrán
facilitarle o complicarle su adaptación activa al medio. Lo que Marie Langer
muestra es que el individuo repite, en los sucesivos grupos a los que
pertenece, la forma en que experimentó y resolvió sus primeros conflictos.
Ahora,
¿cómo es que un grupo cura?
En su obra, Marie Langer
nos explica en forma muy lúcida que cuando un grupo actúa terapéuticamente,
suprime los síntomas facilitando la integración y adaptación al grupo, en
consecuencia a la sociedad. Considera que es a través de los mecanismos de
identificación proyectiva e introyectiva, que los participantes logran expresar
y modificar sus sentimientos y moldes primitivos de relación. Son las
interpretaciones del terapeuta las que llevan a los pacientes a hacer
conscientes los impulsos y las fantasías reprimidas, al mismo tiempo que el
grupo permite el verse reflejados en los demás, alcanzando una comprensión
profunda (insight) de sus problemas.
La interpretación opera, además, sobre los mecanismos defensivos
expresados en el aquí y en el ahora de la sesión, es decir, en la situación
transferencial dentro de la cual los pacientes actualizan la totalidad de sus
situaciones internas y externas. En definitiva, la proyección de los objetos
buenos en los otros, al mismo tiempo que el deseo de reparar en ellos lo que
sienten haber dañado, va permitiendo la integración grupal. La ansiedad y la
culpa, que se produce por la propia agresión, es reparada por la introyección
de lo que el otro da, que es lo que lo conduce a la reparación. Por tanto, el
insight es el objetivo principal que persigue el terapeuta cuando interpreta,
en el mensaje verbal de cada uno de los miembros del grupo, las fantasías
inconscientes comunes. La idea es lograr que expresen en palabras lo que
inconscientemente han estado eludiendo, y de tal manera puedan comprenderlo
intelectual y afectivamente.
Cuando el grupo se integra, Marie Langer dice que “se ha sanado”. El
grupo tiene su propia historia, su propio lenguaje, rituales, etc.
Algunas experiencias
grupales.
Describiré brevemente una
experiencia realizada con mucho éxito en Argentina. Marie Langer, junto a
Silvia Berman, desarrollaron un modelo clínico docente en un hospital general
de una población suburbana de Buenos Aires. Este era un servicio de psicopatología
desmantelado y pobre, con sólo dos profesionales a sueldo. El personal
profesional voluntario llegó a 40, porque se les ofrecía formación a cambio de
asistencia. La mayoría eran psiquiatras y psicólogos jóvenes y sólo algunos de
ellos con experiencia.
Esta práctica comenzó el año 72 y fue posible porque había un clima
político de optimismo y de gran organización social; la consigna que se
escuchaba era “el pueblo al poder con Cámpora”. Terminó bruscamente el 76,
cuando la junta militar asumió el poder, fecha en la que se cierran
simultáneamente todos los centros de salud progresistas que existían, por
supuesto,también este hospital general.
¿Cómo era esta
experiencia?
Los pacientes pertenecían
todos al barrio obrero en el cual estaba ubicado el hospital. Los equipos de
trabajo estaban formados por dos terapeutas con experiencia (de preferencia
hombre y mujer) y dos o tres terapeutas jóvenes en formación, que coordinaban
en coterapia un grupo de 10 á 12 pacientes. Existían, además, espacios de
supervisión y reflexión grupal acerca de la experiencia.
El ejercicio profesional en ese hospital tenía un carácter
asistencial y docente al mismo tiempo. Esta práctica del psicoanálisis en un
hospital público dirigido hacia pacientes de la clase obrera es una experiencia
pionera.
Los jóvenes terapeutas
obtenían paralelamente una formación complementaria y sistemática en el Centro
de Docencia e Investigación de la Coordinadora de Salud Mental, organización en
la que confluían la formación teórica y la práctica política gremial.
Confluyeron en esta
experiencia conceptos psicoanalíticos de grupo, una concepción dinámica de la
coterapia y una postura política e ideológica en relación con una concepción de
la salud mental y del ejercicio profesional de psicoanalistas, psiquiatras y
psicólogos.
La experiencia con la
Nicaragua sandinista.
El trabajo de solidaridad
en Salud Mental organizado en Nicaragua por Marie Langer y Silvia Berman,
constituyó para la Dra. Langer una de las experiencias más queridas y
enriquecedoras, cuestión que reconoce en una de sus últimas cartas.
El año 1981, se organiza el Equipo Internacionalista de Salud Mental
México–Nicaragua, que surgió a partir de una solicitud del Decano de la Facultad
de Medicina de León. Su objetivo primero fue asesorar una investigación y la
inclusión de salud mental en el currículo universitario. Después de un año, el
equipo fue integrado a los programas de Salud Mental del Ministerio de Salud.
La situación nicaragüense era un desafío. Por un lado, estaba la
agresión militar, por otro, la necesidad de reconstruir una economía devastada
y de atender las fuertes demandas de educación, trabajo, vivienda y salud de su
población. Es en este escenario en el que la práctica de una postura en salud
mental hizo surgir toda clase de reflexiones teóricas, constituyendo una rica
experiencia.
Nicaragua es un territorio de 120.000 km2, habitado por tres
millones de personas. Con una economía fundamentalmente campesina, que exporta
café, algodón, azúcar y carne. Hasta 1979, el gran propietario de la tierra era
la familia de los Somoza. El 70% de la población era analfabeta, el 25% tenía
acceso al agua potable, el 30% electricidad y no existía ningún centro de atención
en salud mental, salvo el Psiquiátrico de Managua y, por supuesto, ningún
programa que relacionara la salud mental con el trabajo, la higiene escolar y
la atención materno-infantil.
Dice una integrante fundadora de este equipo: “me voy a adelantar a una pregunta que
siempre surge cuando exponemos nuestro trabajo en Nicaragua: ¿qué hacen ustedes
psicoanalistas en un país como Nicaragua? En realidad cuando fuimos invitados a
trabajar allí, nosotros mismos nos lo preguntamos. La gran mayoría del grupo
estaba formada por cono-sureños que conocíamos bien la resistencia de la
izquierda tradicional al psicoanálisis... es que no debe asombrarnos que un
grupo de psicoanalistas trabajemos en un país en lucha por su liberación. El
asombro y la maravilla están en lo cotidiano de esa lucha. En la creación
permanente. De ahí nace la flexibilidad que les permite incorporar todo lo que
signifique bienestar para el pueblo”.
Con esto quiero mostrar de
que hay psicoanálisis y psicoanálisis. Para los integrantes de este equipo que
se forma en México, comenzó en Argentina; para otros, en Chile, y para los
menos, como la Dra. Langer, en la Europa ocupada por Hitler.
Este psicoanálisis comprometido con la realidad social, inició su organización
en Argentina, en el año 1971, cuando un grupo de psicoanalistas, entre ellos
Marie Langer, rompen por razones políticas con la Asociación Psicoanalítica
Argentina. Este grupo llamado Plataforma, junto con la Asociación
de Psicólogos y la Asociación de Psiquiatras, forman una coordinadora
inter-gremios de trabajadores de salud mental, que participan activamente en el
movimiento político de izquierda. La mayoría de ellos deben salir al exilio
luego del golpe militar y así es como llegan a México.
La estructura del equipo
comenzó con doce participantes que se autofinanciaban. Los nicaragüenses sólo
podían dar “casa, comida y mucho cariño”, como ellos lo dijeron. Después, se
consiguió apoyo de la OPS y de otras instituciones internacionales como “Médico
Internacional”, “Pan para el Mundo” y particulares que hacían su aporte
económico solidario. Desde 1981 y hasta 1990, todos los meses viajaban
sistemáticamente dos miembros del equipo, que permanecían quince días en
Nicaragua. En México, el equipo se reunía semanalmente. Además, varias veces al
año se hacían reuniones prolongadas de evaluación.
El modelo de salud en Nicaragua tenía dos ejes fundamentales: la
concepción integral de salud y la participación popular en salud. El primero,
apunta a romper las clásicas antinomias cuerpo-mente, individuo-sociedad,
salud-enfermedad, prevención-cura. El segundo, tiende a evitar la medicalización de
la vida y la apropiación del conocimiento, propio del modelo médico
tradicional, dando a la población la posibilidad de decidir y hacerse
responsable de ejercer ese derecho que es la salud.
Poner en práctica estos principios no fue tarea fácil para el
equipo; no había ni hay modelos acabados a los cuales acudir. Un intento fue el
CAPs (Centro de Atención Psicosocial de León, Nicaragua). Este servicio se
integró a la comunidad y, aunque tenía relación con el Hospital, su planta
física estaba en una vieja casa del Barrio del mismo nombre. Allí se pretendió
unir la atención primaria (prevención) con la secundaria (cura) y terciaria (rehabilitación).
Se educó a la población, en el sentido de reducir al mínimo el uso de
medicamentos; se atendía en psicoterapia grupal a familiares de combatientes, a
grupos de pacientes crónicos, se hacían cursos para promotores de salud, se
hacían talleres de carpintería, cursos de parto profiláctico. En definitiva, se
procuraba fuese un centro de la comunidad al que sus miembros pudiesen acudir
en busca de ayuda o dar ayuda a otros, lo que es una excelente manera de
ayudarse a sí mismos.
Poner en marcha este proyecto, con esa modalidad de trabajo, fue
tarea de años, el equipo de Marie Langer colaboró desde antes de sus inicios
con asesorías, docencias, supervisiones de tareas y programas, y recabando
fondos en el exterior para mantener el proyecto.
Otra línea de trabajo del Equipo fue la participación en el “eje
estudio–trabajo”. Esta era una modalidad de enseñanza-aprendizaje implementada
a partir de la revolución. En el currículo de la formación de los nuevos
profesionales se incluyó, en cada año de estudio de las diferentes carreras,
una práctica que debía asociar los conocimientos con un servicio a la
comunidad. Aquí, el equipo colaboró en la elaboración de los programas
(prácticamente en todos los años de la carrera de medicina se incluyó salud
mental).
Se colaboró, además, en la organización de la Unidad de Terapia
Intensiva del Hospital Psiquiátrico de Managua y en el proyecto de Salud Mental
para Managua, lo que requirió varias investigaciones sobre el impacto de la
guerra en la población civil, ya que en la capital vivía un tercio de la
población del país.
Las tareas docentes atravesaban todos los proyectos anteriormente
mencionados. Desde el inicio se dieron cursos de formación sobre técnicas
grupales como admisión grupal, grupos terapéuticos, terapia familiar, grupos
Balint, grupos operativos. Todas estas técnicas se consideraban las más
adecuadas porque resolvían el problema de una gran demanda para pocos
profesionales y, por otra parte, porque el grupo estimula las identificaciones
y promueve la solidaridad, factor muy importante para una población que estaba
siendo permanentemente agredida desde el exterior.
Además de estas actividades, una o dos veces al año, según las
posibilidades económicas del equipo, se becaba a algún alumno para estudiar en
forma intensiva Psicoanálisis de Grupo y Terapia Familiar Sistémica, para
reforzar la formación impartida en Nicaragua misma, con el compromiso de que el
becario debía reproducir estos conocimientos y apoyar a sus compañeros en los
intervalos de nuestros viajes.
El trabajo en Nicaragua exigía un ritmo de vida muy intenso, todos
vivían de sus profesiones y había que organizar en México todo tipo de
materiales, fotocopiados y otros, para suplir las deficiencias lógicas que
existían en el país. En realidad, la eficacia del trabajo en Nicaragua dependía
de la preparación del mismo en México.
Al igual que los nicaragüenses, teníamos que estudiar, reflexionar,
consultar bibliografías, mantener un archivo, escribir, y esto siempre fue
hecho por el equipo mismo, bajo la dirección perseverante y cálida de Marie
Langer.
Sin embargo, es un trabajo que produjo profundas satisfacciones y un
gran aprendizaje; fue un desafío el compartir conocimientos, recrearlos,
reconocer lo que se ignora, aceptar diferencias y rectificaciones.
Hubo que pensar sobre cómo utilizar el psicoanálisis y qué del
psicoanálisis. De aquí es que se dice que el equipo hizo un decálogo, que puede
sonar esquemático, pero que resume puntos de discusión:
I. Sostenemos la actitud de
quién sabe escuchar y también preguntar y contener. La catarsis como proceso
importante en la terapia.
II. La existencia del
inconsciente, demostrable a partir de sus productos: sueño, lapsus, chiste,
etc. Todo acto es producto y tiene sentido.
III. Toda conducta, toda
actitud o acto está sobredeterminado desde el inconsciente. La eficacia de la
ideología reside en que es básicamente inconsciente.
IV. Siempre somos
conflictivos. El conflicto es motor del aparato psíquico. Desde allí, leemos el
temor al cambio, las ansiedades básicas y también el beneficio primario y
secundario del síntoma.
V. Siempre somos
ambivalentes. Parafraseando a Oscar Wilde, el hombre siempre mata lo que más
ama.
VI. Remarcamos la importancia
de la historia y la sexualidad infantil. Porque repetimos.
VII. La importancia de los
vínculos y de la transferencia. Porque repetimos.
VIII.
La importancia de la contratransferencia. Nadie es neutral, la ideología
del terapeuta incide siempre en el tratamiento.
IX. Las series complementarias
como determinantes del sujeto.
X. Todos somos maravillosos,
pero también locos héroes, pero también cobardes. Amantes, pero también
perversos. ¿Cómo manejar la culpa? Debemos, porque paraliza.
Finalmente, en 1987, Marie
Langer regresa a Buenos Aires a morir y escribe la siguiente carta a dos
compañeros cubanos, miembros de la dirección de Casa de las Américas, desde
donde Marie Langer deja organizado el Primer Congreso de Psicoanálisis y
Marxismo:
Carta a Adelaida y Roberto
Retamar
Buenos Aires, 27 de julio 1987
Queridos Adelaida y Roberto:
Como ven les escribo desde
Buenos Aires y eso significa que estoy mal. El cáncer progresa como los
militares en la Argentina. El tipo de trabajo que tenemos los psicoanalistas me
permitió llegar hasta aquí, mientras la cabeza me duró. Pero ahora, metástasis
en el cerebro y unas radiaciones, inevitables, que me derrumban, tornan
insoslayable la muerte que se avecina.
Estoy mal pero no tanto
como para olvidarlos. Los recuerdo más que nunca y les agradezco tanto.
Estuve trabajando hasta
hace poco en México para el próximo Encuentro de Psicoanálisis en la Habana
organizado en la Facultad de Psicología. Escribí a Albertina y a la Facultad
renunciando por razones de salud y agradeciéndoles a ellos, también, pero no
olvido que antes, mucho antes que la facultad aceptara organizar este Encuentro
fue la Casa de las Américas la que me abrió con anchura y confianza sus
puertas; y lo hizo en momentos en que las reticencias y reparos hacían
impensables Encuentros como los que auspiciamos. Fue la Casa de la Américas,
solidaria, y fue la Revista Casa la que, con actitud pionera publicó trabajos
psicoanalíticos y fuiste tú, Roberto, el que me recibió cariñoso y fraternal.
Fui feliz en Cuba y fui
feliz en la Casa. Me siento afortunada: al final de mi vida tuve Cuba y
Nicaragua como un premio. Un sueño. Fue como cumplir con un destino. A ustedes
se los debo. De ahí mi gratitud. Porque me permitieron una vejez más digna y
consecuente. En Cuba rejuvenecí o, mejor, fui atemporal, allí no fui ni vieja
ni joven y tuve fuerzas para sobrevivir.
Mi madre citaba siempre a
Schopenhauer: “Hay que vivir como si fuera para siempre o como si uno debiera
morir en ese mismo instante”. Ahora que estoy vieja y mi salud se deteriora
irremediablemente me siento en paz porque pienso, sueño y me acompañan ustedes.
Me consuela y me alienta la Revolución.
Gracias a ustedes. Gracias
a la Casa de las Américas. Gracias a Cuba.
Hasta la victoria.
Hasta siempre.
Marie Langer”
Autora: Livia Sepúlveda
Exposición presentada en el marco de la cátedra Marie Langer de la Escuela de Psicología de la Universidad Bolivariana, 19 de Abril del año 2000
Fuente: Escuela de Psicología Grupal y Análisis Institucional Enrique Pichón-Rivière
http://www.psicologiagrupal.cl/documentos/articulos/langergrupos.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario