sábado, 1 de marzo de 2014

El Kilómetro 5 en la Historia de Managua





Nota: En esta oportunidad reproducimos un documento de obvia importancia para la comprensión de la Salud Mental en nuestro país, Nicaragua. El documento en cuestión lo encontramos en la base de datos del sitio de la Escuela de Historia, de la Universidad de Costa Rica.


Introducción y Antecedentes
La institución llamada, en el 2010: Hospital Psiquiátrico Nacional de  Atención Psicosocial “Dr. José Dolores Fletes Valle” está ubicada en el kilómetro 5 de la carretera sur, cerca de Managua. Ha sido conocida  popularmente como “el kilómetro cinco”. En este estudio se le referirá como el “hospital”. Aunque el hospital tradicionalmente ha servido únicamente para atender casos de salud mental, lo que ha sucedido en Nicaragua ha tenido  influencia en las condiciones del hospital. Sucesos políticos y de catástrofes  naturales han naturalmente influenciado la salud mental de los nicaragüenses. Y el hospital ha estado allí para atenderles, a pesar de la crónica escasez de  recursos. La historia de este hospital es entonces, la historia de Managua. Es un reflejo de los eventos y de las condiciones, personales y colectivas que han ido afectando a sus habitantes.
Los españoles fueron los pioneros en dar importancia al tratamiento caritativo hospitalario para la población de enfermos mentales que usualmente ha sufrido de maltrato y de falta de atención especial.
En España se construyeron los primeros edificios para hospitalizar a los llamados dementes. (Alexander y Selesnick, 1970, en Lopez-Ibor, 2008). Y, “fueron los psiquiatras españoles en Valencia en 1409 los primeros en retirar las cadenas e instituir el tratamiento moral. Se utilizaron el ejercicio, juegos, trabajo, entretenimiento, dieta e higiene.” (Schmitz, 1884-1885, en Lopez-Ibor, 2008).
El primer hospital psiquiátrico se llamó Hospital de los Inocentes. Fue fundado, por un sacerdote católico, el padre Jofré, en Valencia, España, en 1410. Su organización y sus funciones fueron un modelo para instituciones psiquiátricas en otros países.
El padre Jofré, al notar la discriminación y crueldad contra la gente incapacitada y vulnerable que deambulaba por las calles de la ciudad, siendo víctimas de burlas y maltratos, convocó a los residentes, otros religiosos, comerciantes y artesanos para que contribuyeran en la construcción de este hospital.
 El rey Martín I de Aragón y el Papa Benedicto XIII apoyaron esta obra, la cual recibió varios nombres, de acuerdo a las ideas de esa época. Destacan los nombres de: asilo, puerta de los locos, hospital de los santos inocentes mártires. Su fundación fue un acto de caridad, para albergar a los que se llamaban “pobres, inocentes y furiosos”. Se les llamaba así porque dormían en las calles, sufriendo de hambre y frío. Eran atacados por personas a su alrededor y ellos a su vez atacaban a los que no entendían su discapacidad.
Se veía a los enfermos mentales como inocentes, necesitados de protección. El relato cuenta que el apoyo financiero al hospital fue considerado un acto de caridad y que fue una actividad de la comunidad.
Los pacientes de este hospital eran considerados enfermos y sus actividades estaban destinadas a aliviarles y, cuando eso era posible, a curarles de su enfermedad.
Hasta la Revolución Francesa, la caridad fue el modelo asistencial para los enfermos mentales. En el siglo XVIII, los movimientos reformistas modificaron el concepto de la enfermedad mental. (Manzaneres Bustos, 2007).

Pasando de Valencia a Managua
Los enfermos mentales era discriminados en Valencia en los 1400s; en Nicaragua, 500 años después, los enfermos mentales sufrían de una misma situación. En 1911, los enfermos mentales que vivían en las calles de Managua fueron llevados al hospital que luego se denominó “manicomio del terror”. Fue legalmente inscrito en el registro público como “Asilo de los Alienados” (Hernández, 1998).
 En 1929, se formó la Junta Pro-Asilo de Alienados por un grupo de pioneros de la salud mental al cual pertenecieron José Luis Arce, Tomas Álvarez y Domingo Calero. El Gral. José María Moncada nacionalizó esta junta con el nombre de Junta Constructora del Asilo de Alienados. Luego se iniciaron los trámites de construcción formal del sitio en un terreno donado por Tomas Wheelock, en el Km. 7 de la llamada carretera norte, cerca de Managua. (Hernández, 1998).
Es de notar las similitudes en los comienzos de ambos hospitales psiquiátricos, el de Valencia y el de Managua. La iniciativa y la acción provinieron de las comunidades, por una causa caritativa y de protección.

Los 1930s: Panorama Histórico de Managua y la Fundación del Hospital Psiquiátrico
En 1933, el presidente de Nicaragua, Juan Bautista Sacasa, del partido político liberal, donó los terrenos del Kilómetro 5 de la carretera sur, donde se estableció y se empezó la construcción del hospital (Hernández, 1998). Esto se debió a que el terreno en la carretera norte, donado anteriormente, no tenía condiciones satisfactorias de terreno.
El proyecto fue concebido para 8 pabellones de 30 camas, pero sólo se construyeron 2 pabellones, los cuales fueron inaugurados en diciembre de 1935. Algunas semanas después de la inauguración, el director y único médico del hospital, quien había hecho estudios de psiquiatría, fue despedido y reemplazado por razones políticas y no de capacidad. Al irse, surgió un desvío de los víveres, medicamentos, y combustibles, dedicados al hospital. Lo poco que llegaba al hospital, dejo de llegar.
La situación de los enfermos fue calificada entonces como “patética”. Se cuenta que sólo había un servicio higiénico por pabellón. En los pabellones se acumulaban los pacientes semidesnudos y muertos de hambre. El baño era programado una vez por semana. Los enfermos eran desvestidos y bañados al mismo tiempo con una manguera. Ellos eran obligados a limpiar las paredes y el suelo de sus salas. (Mario Flores Ortiz, Conferencia en Noviembre 1979, en el Congreso de Psiquiatras de América Latina, Bolaños, 1987).
Es de especular que los conflictos políticos y las guerras territoriales de mediados del siglo XX impactaron profundamente en la salud mental de los nicaragüenses. Las hostilidades, los menosprecios y las rivalidades eran fenómenos crónicos acompañados de corrupción, mentiras, secretos, aislamientos y perversión de las relaciones humanas. Sin duda alguna, el estado de sumisión de los enfermos en el hospital y el estado de la salud mental de la población estaban relacionados, con lo que sucedía en el ambiente político. (Bolaños, 1987).
El 15 de septiembre de 1940, se inauguró la institución, con el nombre de Hospital de Alienados. El hospital fue catalogado entonces como “un feudo dictador”. Se le llamó así porque la asistencia destinada para el centro no llegaba a su destino. Era llevada a otros lugares por personas que buscaban su enriquecimiento personal. Los pacientes se internaban en celdas. Sólo se brindaba diagnóstico, pues no existían recursos para su tratamiento y curación. (Manzaneres Bustos, 2007).

De los 40s a los 60s: La Historia de la Psiquiatría en Nicaragua
Desde 1944, se inició la orientación social y rehabilitativa en el hospital, contando con el concepto de re-integrar al enfermo a su comunidad. En otras palabras, el hospital pasó a ser de “régimen abierto.” (Manzaneres Bustos, 2007).
El Hospital cambio de nombre, en esta época, de Asilo de Alienados a Hospital de Enfermos Mentales. El hospital contaba con un administrador, un economista y un contador. Albergaba de 100 a 160 pacientes. (Boletín Docente). Fue hasta 1946, cuando vino por primera vez una enfermera. (Hernández, 1998). El Dr. Joaquín Cortes, un médico general de prestigio, fue el primer director y único médico. Sólo había 68 camas para pacientes hombres y mujeres. En 1950, se inició la institucionalización, y se dio servicio a pacientes de ambos géneros, de los 16 a los 60 años. (Manzaneres Bustos, 2007).
El primer psiquiatra fue el Dr. Emilio Lacayo. En 1959 la junta envió al Dr. Julio Gutiérrez Oviedo a estudiar psiquiatría y a la enfermera Cony Vargas a estudiar enfermería psiquiátrica en Perú. En 1960, la enfermera Vargas inició sus actividades en el hospital. En 1962, el Dr. Julio Gutiérrez Oviedo empezó a hacer cambios en el hospital, haciendo uso de su nueva formación profesional.
El Doctor Mario Flores Ortiz, personaje histórico, dirigente del Partido Socialista de 1944 a 1948, fue el primer psiquiatra con un certificado de su especialidad de una Universidad en México. Ejerció como psiquiatra desde 1951. Fue encarcelado después de la muerte de Somoza por 3 meses. A su salida de la cárcel, fue nombrado presidente de la sociedad de médicos nicaragüenses y fue contratado por el hospital del seguro social. (Bolaños, 1987).
Después de la muerte de Somoza García, en 1956, regresaron los primeros psiquiatras con diplomas obtenidos en el extranjero. En esta fecha, el director del asilo fue despedido, se construyeron nuevos pabellones, y, además, se reglamentaron los electrochoques. En 1962, se fundó la terapia ocupacional, gracias a la iniciativa del personal de enfermería. Contó con 6 pabellones y uno de pensionado.
Antes de 1960, los empleados del hospital no tenían especialización médica. Hasta 1960, se contrataron psiquiatras, los cuales comenzaron a prescribir psicofármacos. (Najlis, 1984).
En 1961-1962 se fueron cerrando las celdas, las cadenas y las camisas de fuerza. En 1962 se fundó la terapia ocupacional y hubo un aumento de personal. La terapia ocupacional se reorganizó con la iniciativa del personal de enfermería. Hubo entonces seis pabellones y uno de pensionado. En 1964, los miembros de la junta nacional de asistencia y previsión social, JNAPS, crearon la oficina de servicio social, la cual comenzó a funcionar con personal empírico, porque no habían trabajadores sociales profesionales. Hasta entonces se empezaron a investigar los aspectos demográficos de los pacientes hospitalizados. Se empezó a estudiar el retorno de los pacientes hospitalizados y se empezaron a analizar métodos para ayudar a prevenir la institucionalización.
Las acciones más importantes fueron hacia pacientes de consulta ambulatoria, con actividades educativas, valoraciones de sus condiciones socio-económicas y sociales o SES, atención individual, reintegración de pacientes a sus hogares, actividades recreativas con pacientes crónicos.
En esta época el trabajo en el hospital se hacía de manera individual, esto es, cada profesional hacía lo debido en su rama de especialización. No se coordinaban las actividades de ayuda a los pacientes. No había atención integral. Los asegurados tenían un trabajador social para resolver los problemas específicos de la población.
En 1967, dos estudiantes de último año de la carrera de trabajo social comenzaron a dar una forma más organizada de trabajo. Se comenzó a dar importancia a la reintegración familiar.
En 1968, por medio de las Naciones Unidas, la Lic. Ana María Pastor, trabajadora social, organizó el Departamento de Trabajo social. La trabajadora social Lic. Olga Gonzáles fue seleccionada para dirigir la segunda promoción de trabajadores sociales nicaragüenses de la UNAN. De esta forma en el hospital inició un trabajo social más especializado, con recursos profesionales y asesoría internacional. Las acciones más importantes en esta época estaban dirigidas a pacientes de consulta ambulatoria. Esto es, se les daba ayuda con actividades educativas, valoraciones socioeconómicas y atención individual. (Hernández, 1998). En 1969, se hicieron muchas reformas, sobre todo se incrementó la docencia interna, con el objetivo de preparar a auxiliares de enfermería, y así se mejoró la atención a los enfermos. En 1970, se incorporó al psicólogo como parte del grupo que atendía a los pacientes. Se empezó a dar énfasis a la psicología.

El Terremoto del 72
El terremoto de 1972 afectó a la población de Nicaragua, de muchas maneras. El efecto fue obviamente de índole económica, y de pérdidas humanas. Se considera que fue una época de decadencia para la salud mental y para el hospital en particular. Parte de la ayuda internacional fue enviada expresamente para el hospital psiquiátrico pero, como sucedió con otras ayudas, el principal beneficiario de la misma resultaron ser los que ejercían poder político. Durante este tiempo algunos psiquiatras nicaragüenses fueron perseguidos y forzados al exilio (Revista Envío, 1987).
El edificio del pensionado en el hospital fue afectado por el terremoto de 1972. (Ministerio de Salud, 1976).
En un estudio de los síntomas psiquiátricos el en el periodo post-traumático después del terremoto del 72, se muestra que el 47% de la población sufrió de depresión, 49% de trastornos sensoriales y neurovegetativa, y el 48% de agresividad (Ahearn, 1972).
El terremoto del 72 puso al hospital y su población en peligro extremo y fue abandonado por las autoridades responsables. Algunos médicos psiquiatras trasladaron a ciertos pacientes del hospital a Masaya, donde fueron acogidos en las escuelas y alimentados, gracias a la generosidad de la población. Durante este tiempo la ayuda internacional destinada al hospital Psiquiátrico fue revendida en el mercado negro, desafortunadamente. Los pabellones del hospital se convirtieron en centros de Rehabilitación física que llevaron el nombre de la esposa de Somoza. El interés internacional movilizado por el terremoto estimuló la venida de misiones extranjeras de USA. (Bolaños, 1987). En el momento del terremoto el Dr. Mario Ortiz se hizo responsable del traslado de los pacientes del hospital a Masaya, y el hospital fue completamente abandonado por las autoridades.

La Revolución, La Guerra y la Salud Mental del Nicaragüense
En 1974 se dio la primera huelga nacional en la historia del país, muchos trabajadores fueron encarcelados y despedidos, un médico psiquiatra fue torturado en la cárcel, otros se fueron al exilio.
En 1975, la ciencia de la psicología clínica entró al panorama del hospital. Hubo contratación de un psicólogo a tiempo completo y un psicólogo para medio tiempo. Además se organizó el departamento de psicología. Se trabajó solo por referencia de pacientes de interconsultas para todo el hospital.
En 1976 se realizó un importante informe sobre el programa de Salud mental. La situación del hospital se volvió cada vez más caótica y los trabajadores hicieron otra huelga por motivos económicos. Los huelguistas fueron despedidos y algunos se integraron a la insurrección.
Las políticas generales del hospital nacional psiquiátrico en 1976 incluían que la atención seria completamente gratuita mientras no hubiera otras disposiciones estatales. Y la admisión del paciente seria con finalidad diagnostica y terapéutica. Los enfermos por drogas solo podían ingresar al hospital si el doctor de emergencia así lo pensara necesario (Ministerio de Salud Pública, 1976).
La organización del hospital fue la siguiente: Dirección, Comité Médico-Administrativo, Tribunal Médico, Hospitalización, Emergencia, Psicoterapia, Laboratorio Clínico, Psicología, Rehabilitación y Laborterapia, Servicio de Colaboración de la función médica, Enfermería, Farmacia, Trabajo Social, Dietética y Cocina, Servicios Administrativos. El personal médico era el siguiente: Roberto Lopez, Roger Wheelock, Ignacio Pantoja, Hugo Espinosa, Armando Herrera, Jose Ayerdis, Erneso Fonseca.
En las zonas de guerra, fuera de Managua, hizo falta una atención psiquiátrica organizada, pues en las regiones más pobladas del Pacífico, ya existía de manera permanente, un equipo de apoyo a los hospitales generales. Sin embargo, esto cambió años después, cuando en 1981, se estableció el primer centro llamado "hospital de día", dedicado exclusivamente a la atención de casos psiquiátricos (Revista Envío, 1987).
En 1977-79, se contrataron 2 psicólogos más. Estos trabajaron en todos los pabellones atendiendo los casos por medio de referencias de adentro del hospital. En esta fecha, fueron contratados 5 profesionales de atención social. (Boletín Docente, 1978)
En 1979 comenzaron muchos cambios positivos en el hospital. Se inició el proceso de revisión del perfil del trabajador social. Se le dio mayor énfasis a lo educativo, investigativo, comunitario y terapéutico y a la capacitación del personal.
El 8 de agosto de 1979 fue clave para el programa de salud mental. Desde ese día en adelante, se formaron de equipos multidisciplinarios. Se estratificaron los niveles de atención primaria, secundaria y terciaria. Se dieron los primeros pasos de atención de salud mental comunitaria.
Hasta 1981 el trabajo estaba canalizado por la dirección del centro. Posteriormente se realizó una subdivisión del trabajo. Administrativamente se logró una mayor autonomía. Se eligió a responsables de los departamentos de psicología y trabajo social. Se contrataron personas con especialidades por cada área de paciente, varones y mujeres. También se logró clasificar según la evolución de la patología de los pacientes. Se estableció una sala de agudos y una sala de larga estancia. Se mejoró la forma de trabajo de los horarios. Hubo contratación de tiempo completo en vez de trabajo de cuatro horas, luego se les contrata por tiempo completo.
Después de 1981 hubo mayor participación por miembros del equipo. Se logró la disminución del TEC (Terapia Electro Convulsiva), como opción terapéutica. Se le dio más importancia a la observación de la patología que representaba el paciente. Se hizo énfasis a proveer las dosis adecuadas de fármacos y a manejar los aspectos de cada caso. Se empezó a ver al paciente en su totalidad.
Antes de 1980 había hacinamiento de los pacientes, prácticas de terapia electro convulsiva o electroshock frecuentes y fomento de la institucionalidad del paciente. Después de 1980 se empezaron a sacar a los pacientes al aire libre (sistema de puertas abiertas).
A partir de 1983, el hospital adquirió la categoría de Hospital Docente, en la especialidad de Psiquiatría. La primera promoción de alumnos-psiquiatras fue en 1987.

Los Años 80: De Manicomio a Atención Psicosocial
Los años 80 fueron prósperos para el hospital. Esta época fue sin lugar a dudas cuando el hospital dio más pasos hacia delante. La creación de los hospitales de día en los departamentos fue de gran impacto para los pacientes mentales. Se atendía a los pacientes en el contexto familiar y de la comunidad. De esta manera, se ayudaba al paciente a gozar de su ambiente hogareño y a evitar su institucionalización.
A fines de julio de 1979, había alrededor de 300 pacientes en el hospital. Casi 170 personas trabajaban atendiéndolos, incluyendo médicos, paramédicos y auxiliares. Se dice que algunos empleados habían sido enviados ahí por “castigo” (Revista Envío, 1987).
En 1981 se continuó el proceso de mejoras a la salud mental nacional. Una de las prioridades fue el sistema nacional único de salud que se organizó para atender a grupos de altos riesgos. Esto incluyó una reelaboración de objetivos para adaptarlos a la realidad y a las limitaciones del país.
Influenciado por los psiquiatras nicaragüenses que regresaban a Nicaragua después de la guerra, se establecieron los servicios comunitarios de salud mental (Centro de Atención Psicosocial o CAPS), en primer lugar en Managua en 1982.
En 1983, trabajaban 15 psiquiatras en los equipos de salud mental del ministerio de salud. Nueve de estos psiquiatras eran extranjeros. Todos los psiquiatras nicaragüenses, excepto uno, trabajaban en Managua. Las nacionalidades de los psiquiatras extranjeros eran: dominicanos, argentinos, costarricenses franceses, italianos, suizos, y españoles.
En esta fecha, se realizó una interesante iniciativa de "acercamiento" de los internos del hospital a la vida social. Unos 20 pacientes, acompañados de un grupo de trabajadores psiquiátricos y en coordinación con el Ministerio de Reforma Agraria, participaron en la recolección anual del café (La Barricada, 1983).
En los años siguientes se dio un mejoramiento progresivo de la atención psiquiátrica, lo cual marcó un paso fundamental en el proceso de transformación. Al hospital se le apodaba "manicomio", lo cual era una manera burlona y no profesional de llamarlo.
La denominada humanización constó de ir reduciendo los métodos represivos para la cura de las enfermedades mentales. Se dudó de la efectividad del electroshock. Los 4,644 electroshock aplicados a enfermos hasta el 1980, quedaron reducidos a 135 en 1984. Desde ese año esa práctica comenzó a ser anulada y ya no se utiliza. En ese año, se cerraron dos de los seis pabellones del hospital.
A finales de 1986, quedaban en la institución unos 170 pacientes. La mitad de ellos eran "crónicos", es decir, de hospitalización prolongada, que ya habían perdido prácticamente, con el tiempo, su vinculación familiar o comunitaria (Bolaños, 1986).
En 1987 se dio la primera unidad de CAPS fuera de la capital. Esta abrió en León. Otras inauguraciones fueron en Chinandega y Granada. Contando con la influencia y el apoyo de psiquiatras y psicólogos de México y Suecia, los CAPS contribuyeron al nuevo modelo de servicios de salud mental. Se establecieron actividades de grupo para pacientes y familiares. Los familiares comenzaron a tener un papel importante en la recuperación del enfermo. Las experiencias positivas se demostraron en esta forma de trabajar, de profesionales, pacientes y familiares. Se notó que el trabajo con grupos es una alternativa rentable para los países pobres, pues los recursos para los servicios de salud mental son escasos (Caldera, et al., 1995).

Desastres Naturales de los 90s

El Huracán Mitch y El Deslave del Casitas
Los resultados de un estudio monográfico del hospital revelaron resultados de una muestra de estudiantes de secundaria. Se encontró que un 73% de éstos experimentan temor durante vientos huracanados, el 68% revelan temor a una inundación, 6% de los encuestados tienen familiares que fallecieron durante el huracán, y muestran pensamientos de venganza, 69% vieron niños y adultos gravemente heridos, el 22% tuvieron que cambiar de residencia, 55% muestran temor a la muerte. El 15% tienen problemas para dormir, el 50% siente deseos de llorar en algunas ocasiones, el 52% tienen pesadillas relacionadas con tragedias. (Molina, 1999).
Uno de los resultados del estudio fue que las personas con problemas previos de salud mental eran más propensos a buscar cualquier tipo de ayuda por problemas de salud mental después del huracán Mitch, y las personas que eran analfabetas tenían menos probabilidades de buscar ayuda profesional que otros. En total, un 8.5% del total encuestado informó que habían pensado en quitarse la vida. Las personas con problemas previos de salud mental eran más propensos a informar ideas suicidas (Caldera, 2004)

El Huracán Juana
En octubre de 1988, Nicaragua sufrió un evento que afectó a todo el país principalmente a la costa atlántica. Provocó daños materiales y humanos. Se reportaron 184 heridos, 100 desaparecidos, 148 muertos y 412,500 damnificados. Entre los efectos del Huracán Juana, (Sánchez, 1989), de 76 casos investigados, se vio que la sintomatología más presente fue en el área afectiva. El llanto, la tristeza y la angustia fueron visibles. Los grupos de edades más afectados fueron personas de 25 a 39 años. Un grupo más pequeño presentó síntomas en el área motora, cognoscitiva, y afectiva. Según testimonios en el estudio del Dr. Sánchez, los ciudadanos afectados por este huracán desarrollaron un sentido de unidad y fuerza para reconstruir Bluefields. Seguramente dinámicas de grupo con Coordinadores de Salud Mental ayudaron a que los refugiados colaboraran entre sí, y mantuvieran su salud mental. (ibid)
Estos resultados fueron similares a los vistos después del terremoto de 1972, según la investigación de García-Prieto (1975). En este trabajo se entrevistaron personas afectadas por el desastre natural y se comprobó que la unidad familiar de las víctimas contribuyó a disminuir el impacto del desplazamiento por falta de vivienda.


Más allá de las catástrofes

Algunos de los adelantos y mejora de procesos se han identificado en tesis escritas por los residentes médicos del hospital. En 1996, se consideraba al hospital como una unidad docente de atención psicosocial única en el país, que cumplía normas y criterios científico-técnicos en relación al ingreso, tratamiento, y egreso de pacientes a los que se les brindaba atención. (Ramírez Ibarra, 1996)
Según Ramirez Ibarra, el expediente clínico constaba de: datos precisos, científicamente recolectados de los procesos relacionados con los trastornos psiquiátricos, médicos y sociales del paciente. Este expediente, debidamente escrito, facilitaba la comunicación e integración entre los miembros del equipo y con otros equipos e instituciones. (Ramírez Ibarra, 1996). El Dr. Ramírez Ibarra narró cómo se diagnosticaba y como se asesoraba al paciente que ingresaba, y el tipo de condiciones con las cuales egresaba. (Ramírez Ibarra, 1996).
En 1997 el Dr. Marvin Rocha Vanegas escribió en sus tesis que existía una deficiencia de personal y de equipo tanto en el manejo como en el control de los pacientes. El mencionó que se dificultaba el monitoreo del medicamento y debido a la “poca capacidad de diagnóstico al poco desarrollo de educación permanente.” (Rocha Vanegas, 1997).
El Dr. Rocha Vanegas narró que al hospital acudían pacientes con trastornos mentales de todo el país, y que se hacía uso rutinario de neurolépticos para inhibir sus síntomas psicóticos. (Rocha Vanegas, 1997).
En 1999, el Dr. Santiago Sequeira Molina, fue director del hospital, y docente del mismo. El Dr. Gonzalo García Caballero encontró deficiencias en el llenado y en la organización de los diferentes componentes del expediente clínico, así como en la falta de interrelación entre las diferentes especialidades vinculadas con la atención del paciente. Menciona el Dr. García Caballero que eso ha limitado la obtención de la información adecuada para la asistencia, administración, docencia e investigación. (García Caballero, 1999)
En esta misma fecha, el Dr. José Antonio Ayerdis Zamora describió en su tesis la evolución del tratamiento del enfermo mental. Desde la silla giratoria, el exorcismo, la terapia electroconvulsiva, hasta la creación de fármacos cada vez más potentes y selectivos para modificar la conducta humana y mejorar los síntomas de los trastornos mentales. (Ayerdis Zamora, 1999).
El Dr. Ayerdis Zamora narró cómo era la salud mental en 1931, y los fármacos para mejorarla. Mencionó que en 1945, la excitación psicótica se trataba con sales de litio. Se mencionan los fármacos y como han ido mejorando. (Ayerdis Zamora, 1999).
Se comprobó, según el Dr. Ayerdis Zamora, que existió entonces un uso inadecuado de fármacos desde la perspectiva de dosis, asociación e indicaciones, especialmente en el llenado del perfil farmacoterapéutico. Su tesis sirvió para saber cuáles con los tipos de fármacos y como se prescriben, usan y documentan en el hospital. (Ayerdis Zamora, 1999).
En el 2007, la Dra. Odili Margarita Manzaneres Bustos recogió información a través de la revisión de cada uno de los componentes del expediente clínico de 77 pacientes ingresados. Participó en la investigación un equipo multidisciplinario quienes se plantearon los elementos propios de su intervención. Este fue el primero estudio con este tema, según ella.
Ella encontró las siguientes características:

·         Mayor porcentaje de pacientes: del sexo femenino. La mujer busca ayuda y es más vulnerable por su género. 38% masculino, 62% femenino.
·         Edades de 16-35 años 58%, de 36 a 49 años 23% y 50 años o más, un 19%. Estos datos concuerdan con lo joven de la población nicaragüense.
·         Nivel académico: secundaria 45%, 36% solo primaria, 12% profesionales, 3% universitarios
·         Religiones: católica. 39%, evangélica 22%
·         Desempleados: 66%, que coincide con alto índice de desempleo en el país.
·         66% solteros, que corresponde al predominio de edades jóvenes. 18% casados, 13% acompañados y 3% viudos.
·         Causa de ingreso: trastornos afectivos bipolares 29%, trastornos depresivos mayores 19%, consumo de drogas 18%, intentos suicidas 16% y esquizofrenia 9%
·         Comorbilidad psiquiátrica: la mayor fue de trastorno afectivo más consumo de drogas, luego trastorno afectivo bipolar más intentos suicidas y trastorno depresivo mayor asociado a uso de drogas
·         Comorbilidad no psiquiátrica: hipertensión arterial, diabetes mellitas, infección de vías urinaria, gastritis, hipertiroidismo. (Manzaneres Bustos, 2007).

En el hospital, único de salud mental existente en Nicaragua, se han atendido pacientes de ambos sexos con diversas patologías mentales que no pueden atenderse en otro tipo de unidad de atención. (Manzaneres Bustos, 2007. En el 2007 surgió la unidad de intervención en crisis, para dar un mejor servicio de salud mental. Se logró identificar en los pacientes hospitalizados, otras patologías asociadas, psiquiátricas y no psiquiátricas. (Manzaneres Bustos, 2007)
En el 2007, la Dra. Elda Jirón, encontró una asociación entre el uso de sustancias psicoactivas y otras patologías psiquiátricas. Ella reportó haber encontrado trastornos de conducta, trastornos orgánicos y, en menor frecuencia, trastornos bipolares y esquizofrenia. Ella concluyó que los enfermos mentales del hospital tenían problemas médicos, los cuales merecían atención. La Dra. Elda Jirón mencionó algunos de los pasos utilizados en el hospital para establecer el diagnóstico. Estos fueron, la historia psiquiátrica longitudinal y el examen del estado mental. También se hizo énfasis en el aspecto general, conducta motora, actitud durante la entrevista, estado anímico, afecto, y lenguaje del paciente.
La Dra. Manzaneres Bustos expresó que la historia de la atención del enfermo mental es una parte de la historia social de la marginación en Nicaragua. Escribió que en toda cultura y lugar ha existido la enfermedad mental (Manzaneres Bustos, 2007). El Dr. Cabrera Gutiérrez, investigó a 200 usuarios del servicio de emergencia en el 2008 y concluyó que la mayoría de éstos eran de procedencia urbana, de sexo femenino, casados, con la secundaria aprobada, cristianos y evangélicos. Eran profesionales, amas de casa y técnicos. (Cabrera Gutierrez, 2009).

El hospital en el 2010
Hoy en día, el hospital psiquiátrico es un sitio que no ha dejado de ser un centro de alienados. No se le brinda la importancia que se merece. Sólo un pequeño porcentaje se dedica a la salud mental. La docencia es el área más próspera y la razón de más visitas al hospital. Los días de clases, los alumnos de las universidades llenan los parqueos. Las visitas de los familiares de los pacientes no alcanzan esa magnitud.
Hasta marzo del 2010, existían en la biblioteca del hospital tesis escritas por los alumnos del programa de docencia psiquiátrica sobre temas como: los enfermos discapacitados, los que tienen intentos suicidas, los que tienen enfermedades no psiquiátricas, y sobre el estrés laboral de los que trabajan en el hospital. Cada año el hospital brinda 12 mil consultas a pacientes con algún tipo de trastorno mental. El alto costo de las medicinas, servicios básicos, alimentación y mantenimiento del hospital ahogan el presupuesto dado a este centro.
La primera impresión de este centro puede ser negativa. Es un lugar aislado, con personas que podrían parecer violentas, por su comportamiento errático y estado de abandono, pero son inofensivas. El hospital ha sido olvidado y abandonado a través de su historia por muchas razones y circunstancias. Sin embargo, ha hecho el cambio en las vidas de muchos, de la misma manera que el Hospital La Mascota ha hecho un cambio en niños, y el Berta Calderón ha hecho un cambio en mujeres. El hospital ha efectuado un cambio en los pacientes de salud mental.
Los enfermos mentales de este hospital son personas que necesitan afecto, atención y una mejor calidad de vida, que le podemos dar, aportando cada uno de nosotros un granito de arena. Sus empleados han sido diligentes y fieles a su causa, a pesar de arrestos, huelgas, despidos, destrucción de edificios, y muchas situaciones más. Estos empleados han contribuido a la mejora de la atención a los pacientes y a anotar datos para poder escribir esta historia.
El kilometro cinco no debe ser un sitio de terror, sino un centro de esperanza.

REFERENCIAS
  • Ayerdis Zamora M.D., José Antonio. Diagnóstico situacional en servicio de corta estancia del H en julio y agosto del 1999. Tutor: Dr. Roberto Aguilar Briceño
  • Bolaños, T. R. (1987). Salud Mental y Cambio Social en Nicaragua. Managua, Nicaragua: Ministere des Affaires Sociales de Francia.
  • Boletin Docente Informativo. Noviembre 1998. Hospital docente de atención psicosocial. Volumen 1, numero 3. Consejo editorial: Dr. Petronio Delgado Sandoval, Lic. Martha Molina Torrez, Lic. Consuelo Espinoza Pauth. Elaborado: Iris María Hernández. Colaboradores: Lic Vialina Caldera
  • Cabrera Gutiérrez M.D , Cynthia. Percepción de la Calidad de Atencion por el usuario con trastornos depresivos en el servicio de emergencia del H en periodo comprendido del 1 junio al 30 de nov del 2008. Autora:. Tutor: Carlos Fletes. Asesor: Dr. Petronio Delgado, febrero 2009.
  • Caldera, J. T. (2004). Mental Health in Nicaragua. Department of Psychiatry, Medical Faculty. Leon. UMEA University Medical Dissertations
  • García Caballero, Gonzalo. M.D Evaluación de los expedientes clínicos de los pacientes ingresados en el H de sept a nov 1999. Tutor: Dr. Adonis Pérez
  • Fernandez, D. C. (2006). Informe de Pais de Investigación de Estado de los Servicios de Salud Mental. Revista Nicaraguense de Psiquiatria , III (X).
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Fuentes:
http://www.hcentroamerica.fcs.ucr.ac.cr/index.php?option=com_content&view=section&id=6&Itemid=5
http://www.hcentroamerica.fcs.ucr.ac.cr/Contenidos/hca/cong/mesas/x_congreso/hist_social/kilometro5-managua.pdf

2 comentarios:

  1. que estupendo artículo. QUIEN LO ESCRIBIO? QUIEN ES EL AUTOR?

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    1. El documento lo encontramos en la base de datos del sitio de la Escuela de Historia, de la Universidad de Costa Rica.

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