Nota: En esta oportunidad reproducimos un documento de obvia importancia para la comprensión de la Salud Mental en nuestro país, Nicaragua. El documento en cuestión lo encontramos en la base de datos del sitio de la Escuela de Historia, de la Universidad de Costa Rica.
Introducción y
Antecedentes
La
institución llamada, en el 2010: Hospital Psiquiátrico Nacional de Atención Psicosocial “Dr. José Dolores Fletes
Valle” está ubicada en el kilómetro 5 de la carretera sur, cerca de Managua. Ha
sido conocida popularmente como “el
kilómetro cinco”. En este estudio se le referirá como el “hospital”. Aunque el
hospital tradicionalmente ha servido únicamente para atender casos de salud
mental, lo que ha sucedido en Nicaragua ha tenido influencia en las condiciones del hospital.
Sucesos políticos y de catástrofes naturales
han naturalmente influenciado la salud mental de los nicaragüenses. Y el
hospital ha estado allí para atenderles, a pesar de la crónica escasez de recursos. La historia de este hospital es entonces,
la historia de Managua. Es un reflejo de los eventos y de las condiciones,
personales y colectivas que han ido afectando a sus habitantes.
Los
españoles fueron los pioneros en dar importancia al tratamiento caritativo
hospitalario para la población de enfermos mentales que usualmente ha sufrido
de maltrato y de falta de atención especial.
En España se
construyeron los primeros edificios para hospitalizar a los llamados dementes.
(Alexander y Selesnick, 1970, en Lopez-Ibor, 2008). Y, “fueron los psiquiatras
españoles en Valencia en 1409 los primeros en retirar las cadenas e instituir
el tratamiento moral. Se utilizaron el ejercicio, juegos, trabajo,
entretenimiento, dieta e higiene.” (Schmitz, 1884-1885, en Lopez-Ibor, 2008).
El primer hospital
psiquiátrico se llamó Hospital de los Inocentes. Fue fundado, por un sacerdote
católico, el padre Jofré, en Valencia, España, en 1410. Su organización y sus
funciones fueron un modelo para instituciones psiquiátricas en otros países.
El padre
Jofré, al notar la discriminación y crueldad contra la gente incapacitada y
vulnerable que deambulaba por las calles de la ciudad, siendo víctimas de
burlas y maltratos, convocó a los residentes, otros religiosos, comerciantes y
artesanos para que contribuyeran en la construcción de este hospital.
El rey Martín I de Aragón y el Papa Benedicto
XIII apoyaron esta obra, la cual recibió varios nombres, de acuerdo a las ideas
de esa época. Destacan los nombres de: asilo, puerta de los locos, hospital de
los santos inocentes mártires. Su fundación fue un acto de caridad, para
albergar a los que se llamaban “pobres, inocentes y furiosos”. Se les llamaba
así porque dormían en las calles, sufriendo de hambre y frío. Eran atacados por
personas a su alrededor y ellos a su vez atacaban a los que no entendían su discapacidad.
Se veía a
los enfermos mentales como inocentes, necesitados de protección. El relato
cuenta que el apoyo financiero al hospital fue considerado un acto de caridad y
que fue una actividad de la comunidad.
Los
pacientes de este hospital eran considerados enfermos y sus actividades estaban
destinadas a aliviarles y, cuando eso era posible, a curarles de su enfermedad.
Hasta la
Revolución Francesa, la caridad fue el modelo asistencial para los enfermos
mentales. En el siglo XVIII, los movimientos reformistas modificaron el
concepto de la enfermedad mental. (Manzaneres Bustos, 2007).
Pasando de
Valencia a Managua
Los enfermos
mentales era discriminados en Valencia en los 1400s; en Nicaragua, 500 años
después, los enfermos mentales sufrían de una misma situación. En 1911, los
enfermos mentales que vivían en las calles de Managua fueron llevados al
hospital que luego se denominó “manicomio del terror”. Fue legalmente inscrito
en el registro público como “Asilo de los Alienados” (Hernández, 1998).
En 1929, se formó la Junta Pro-Asilo de
Alienados por un grupo de pioneros de la salud mental al cual pertenecieron José
Luis Arce, Tomas Álvarez y Domingo Calero. El Gral. José María Moncada
nacionalizó esta junta con el nombre de Junta Constructora del Asilo de
Alienados. Luego se iniciaron los trámites de construcción formal del sitio en
un terreno donado por Tomas Wheelock, en el Km. 7 de la llamada carretera
norte, cerca de Managua. (Hernández, 1998).
Es de notar
las similitudes en los comienzos de ambos hospitales psiquiátricos, el de
Valencia y el de Managua. La iniciativa y la acción provinieron de las
comunidades, por una causa caritativa y de protección.
Los 1930s:
Panorama Histórico de Managua y la Fundación del Hospital Psiquiátrico
En 1933, el
presidente de Nicaragua, Juan Bautista Sacasa, del partido político liberal,
donó los terrenos del Kilómetro 5 de la carretera sur, donde se estableció y se
empezó la construcción del hospital (Hernández, 1998). Esto se debió a que el
terreno en la carretera norte, donado anteriormente, no tenía condiciones
satisfactorias de terreno.
El proyecto
fue concebido para 8 pabellones de 30 camas, pero sólo se construyeron 2
pabellones, los cuales fueron inaugurados en diciembre de 1935. Algunas semanas
después de la inauguración, el director y único médico del hospital, quien
había hecho estudios de psiquiatría, fue despedido y reemplazado por razones
políticas y no de capacidad. Al irse, surgió un desvío de los víveres,
medicamentos, y combustibles, dedicados al hospital. Lo poco que llegaba al
hospital, dejo de llegar.
La situación
de los enfermos fue calificada entonces como “patética”. Se cuenta que sólo
había un servicio higiénico por pabellón. En los pabellones se acumulaban los
pacientes semidesnudos y muertos de hambre. El baño era programado una vez por
semana. Los enfermos eran desvestidos y bañados al mismo tiempo con una
manguera. Ellos eran obligados a limpiar las paredes y el suelo de sus salas.
(Mario Flores Ortiz, Conferencia en Noviembre 1979, en el Congreso de
Psiquiatras de América Latina, Bolaños, 1987).
Es de
especular que los conflictos políticos y las guerras territoriales de mediados
del siglo XX impactaron profundamente en la salud mental de los nicaragüenses.
Las hostilidades, los menosprecios y las rivalidades eran fenómenos crónicos
acompañados de corrupción, mentiras, secretos, aislamientos y perversión de las
relaciones humanas. Sin duda alguna, el estado de sumisión de los enfermos en
el hospital y el estado de la salud mental de la población estaban
relacionados, con lo que sucedía en el ambiente político. (Bolaños, 1987).
El 15 de
septiembre de 1940, se inauguró la institución, con el nombre de Hospital de
Alienados. El hospital fue catalogado entonces como “un feudo dictador”. Se le
llamó así porque la asistencia destinada para el centro no llegaba a su
destino. Era llevada a otros lugares por personas que buscaban su enriquecimiento
personal. Los pacientes se internaban en celdas. Sólo se brindaba diagnóstico,
pues no existían recursos para su tratamiento y curación. (Manzaneres Bustos,
2007).
De los 40s a los
60s: La Historia de la Psiquiatría en Nicaragua
Desde 1944,
se inició la orientación social y rehabilitativa en el hospital, contando con
el concepto de re-integrar al enfermo a su comunidad. En otras palabras, el
hospital pasó a ser de “régimen abierto.” (Manzaneres Bustos, 2007).
El Hospital
cambio de nombre, en esta época, de Asilo de Alienados a Hospital de Enfermos Mentales.
El hospital contaba con un administrador, un economista y un contador.
Albergaba de 100 a 160 pacientes. (Boletín Docente). Fue hasta 1946, cuando
vino por primera vez una enfermera. (Hernández, 1998). El Dr. Joaquín Cortes,
un médico general de prestigio, fue el primer director y único médico. Sólo había
68 camas para pacientes hombres y mujeres. En 1950, se inició la
institucionalización, y se dio servicio a pacientes de ambos géneros, de los 16
a los 60 años. (Manzaneres Bustos, 2007).
El primer
psiquiatra fue el Dr. Emilio Lacayo. En 1959 la junta envió al Dr. Julio
Gutiérrez Oviedo a estudiar psiquiatría y a la enfermera Cony Vargas a estudiar
enfermería psiquiátrica en Perú. En 1960, la enfermera Vargas inició sus
actividades en el hospital. En 1962, el Dr. Julio Gutiérrez Oviedo empezó a
hacer cambios en el hospital, haciendo uso de su nueva formación profesional.
El Doctor
Mario Flores Ortiz, personaje histórico, dirigente del Partido Socialista de
1944 a 1948, fue el primer psiquiatra con un certificado de su especialidad de
una Universidad en México. Ejerció como psiquiatra desde 1951. Fue encarcelado
después de la muerte de Somoza por 3 meses. A su salida de la cárcel, fue
nombrado presidente de la sociedad de médicos nicaragüenses y fue contratado
por el hospital del seguro social. (Bolaños, 1987).
Después de
la muerte de Somoza García, en 1956, regresaron los primeros psiquiatras con
diplomas obtenidos en el extranjero. En esta fecha, el director del asilo fue
despedido, se construyeron nuevos pabellones, y, además, se reglamentaron los
electrochoques. En 1962, se fundó la terapia ocupacional, gracias a la
iniciativa del personal de enfermería. Contó con 6 pabellones y uno de
pensionado.
Antes de
1960, los empleados del hospital no tenían especialización médica. Hasta 1960,
se contrataron psiquiatras, los cuales comenzaron a prescribir psicofármacos.
(Najlis, 1984).
En 1961-1962
se fueron cerrando las celdas, las cadenas y las camisas de fuerza. En 1962 se
fundó la terapia ocupacional y hubo un aumento de personal. La terapia
ocupacional se reorganizó con la iniciativa del personal de enfermería. Hubo
entonces seis pabellones y uno de pensionado. En 1964, los miembros de la junta
nacional de asistencia y previsión social, JNAPS, crearon la oficina de servicio
social, la cual comenzó a funcionar con personal empírico, porque no habían
trabajadores sociales profesionales. Hasta entonces se empezaron a investigar
los aspectos demográficos de los pacientes hospitalizados. Se empezó a estudiar
el retorno de los pacientes hospitalizados y se empezaron a analizar métodos
para ayudar a prevenir la institucionalización.
Las acciones
más importantes fueron hacia pacientes de consulta ambulatoria, con actividades
educativas, valoraciones de sus condiciones socio-económicas y sociales o SES,
atención individual, reintegración de pacientes a sus hogares, actividades
recreativas con pacientes crónicos.
En esta
época el trabajo en el hospital se hacía de manera individual, esto es, cada
profesional hacía lo debido en su rama de especialización. No se coordinaban
las actividades de ayuda a los pacientes. No había atención integral. Los
asegurados tenían un trabajador social para resolver los problemas específicos
de la población.
En 1967, dos
estudiantes de último año de la carrera de trabajo social comenzaron a dar una
forma más organizada de trabajo. Se comenzó a dar importancia a la
reintegración familiar.
En 1968, por
medio de las Naciones Unidas, la Lic. Ana María Pastor, trabajadora social,
organizó el Departamento de Trabajo social. La trabajadora social Lic. Olga
Gonzáles fue seleccionada para dirigir la segunda promoción de trabajadores
sociales nicaragüenses de la UNAN. De esta forma en el hospital inició un trabajo
social más especializado, con recursos profesionales y asesoría internacional.
Las acciones más importantes en esta época estaban dirigidas a pacientes de consulta
ambulatoria. Esto es, se les daba ayuda con actividades educativas,
valoraciones socioeconómicas y atención individual. (Hernández, 1998). En 1969,
se hicieron muchas reformas, sobre todo se incrementó la docencia interna, con
el objetivo de preparar a auxiliares de enfermería, y así se mejoró la atención
a los enfermos. En 1970, se incorporó al psicólogo como parte del grupo que
atendía a los pacientes. Se empezó a dar énfasis a la psicología.
El Terremoto del
72
El terremoto
de 1972 afectó a la población de Nicaragua, de muchas maneras. El efecto fue
obviamente de índole económica, y de pérdidas humanas. Se considera que fue una
época de decadencia para la salud mental y para el hospital en particular.
Parte de la ayuda internacional fue enviada expresamente para el hospital
psiquiátrico pero, como sucedió con otras ayudas, el principal beneficiario de
la misma resultaron ser los que ejercían poder político. Durante este tiempo
algunos psiquiatras nicaragüenses fueron perseguidos y forzados al exilio
(Revista Envío, 1987).
El edificio
del pensionado en el hospital fue afectado por el terremoto de 1972.
(Ministerio de Salud, 1976).
En un
estudio de los síntomas psiquiátricos el en el periodo post-traumático después
del terremoto del 72, se muestra que el 47% de la población sufrió de
depresión, 49% de trastornos sensoriales y neurovegetativa, y el 48% de
agresividad (Ahearn, 1972).
El terremoto
del 72 puso al hospital y su población en peligro extremo y fue abandonado por
las autoridades responsables. Algunos médicos psiquiatras trasladaron a ciertos
pacientes del hospital a Masaya, donde fueron acogidos en las escuelas y
alimentados, gracias a la generosidad de la población. Durante este tiempo la
ayuda internacional destinada al hospital Psiquiátrico fue revendida en el
mercado negro, desafortunadamente. Los pabellones del hospital se convirtieron
en centros de Rehabilitación física que llevaron el nombre de la esposa de
Somoza. El interés internacional movilizado por el terremoto estimuló la venida
de misiones extranjeras de USA. (Bolaños, 1987). En el momento del terremoto el
Dr. Mario Ortiz se hizo responsable del traslado de los pacientes del hospital
a Masaya, y el hospital fue completamente abandonado por las autoridades.
La Revolución, La
Guerra y la Salud Mental del Nicaragüense
En 1974 se
dio la primera huelga nacional en la historia del país, muchos trabajadores
fueron encarcelados y despedidos, un médico psiquiatra fue torturado en la
cárcel, otros se fueron al exilio.
En 1975, la
ciencia de la psicología clínica entró al panorama del hospital. Hubo
contratación de un psicólogo a tiempo completo y un psicólogo para medio
tiempo. Además se organizó el departamento de psicología. Se trabajó solo por
referencia de pacientes de interconsultas para todo el hospital.
En 1976 se
realizó un importante informe sobre el programa de Salud mental. La situación
del hospital se volvió cada vez más caótica y los trabajadores hicieron otra
huelga por motivos económicos. Los huelguistas fueron despedidos y algunos se
integraron a la insurrección.
Las políticas
generales del hospital nacional psiquiátrico en 1976 incluían que la atención
seria completamente gratuita mientras no hubiera otras disposiciones estatales.
Y la admisión del paciente seria con finalidad diagnostica y terapéutica. Los
enfermos por drogas solo podían ingresar al hospital si el doctor de emergencia
así lo pensara necesario (Ministerio de Salud Pública, 1976).
La organización
del hospital fue la siguiente: Dirección, Comité Médico-Administrativo,
Tribunal Médico, Hospitalización, Emergencia, Psicoterapia, Laboratorio Clínico,
Psicología, Rehabilitación y Laborterapia, Servicio de Colaboración de la
función médica, Enfermería, Farmacia, Trabajo Social, Dietética y Cocina,
Servicios Administrativos. El personal médico era el siguiente: Roberto Lopez,
Roger Wheelock, Ignacio Pantoja, Hugo Espinosa, Armando Herrera, Jose Ayerdis,
Erneso Fonseca.
En las zonas
de guerra, fuera de Managua, hizo falta una atención psiquiátrica organizada,
pues en las regiones más pobladas del Pacífico, ya existía de manera
permanente, un equipo de apoyo a los hospitales generales. Sin embargo, esto
cambió años después, cuando en 1981, se estableció el primer centro llamado
"hospital de día", dedicado exclusivamente a la atención de casos
psiquiátricos (Revista Envío, 1987).
En 1977-79,
se contrataron 2 psicólogos más. Estos trabajaron en todos los pabellones
atendiendo los casos por medio de referencias de adentro del hospital. En esta
fecha, fueron contratados 5 profesionales de atención social. (Boletín Docente,
1978)
En 1979
comenzaron muchos cambios positivos en el hospital. Se inició el proceso de
revisión del perfil del trabajador social. Se le dio mayor énfasis a lo
educativo, investigativo, comunitario y terapéutico y a la capacitación del
personal.
El 8 de
agosto de 1979 fue clave para el programa de salud mental. Desde ese día en
adelante, se formaron de equipos multidisciplinarios. Se estratificaron los
niveles de atención primaria, secundaria y terciaria. Se dieron los primeros
pasos de atención de salud mental comunitaria.
Hasta 1981
el trabajo estaba canalizado por la dirección del centro. Posteriormente se
realizó una subdivisión del trabajo. Administrativamente se logró una mayor
autonomía. Se eligió a responsables de los departamentos de psicología y
trabajo social. Se contrataron personas con especialidades por cada área de
paciente, varones y mujeres. También se logró clasificar según la evolución de
la patología de los pacientes. Se estableció una sala de agudos y una sala de
larga estancia. Se mejoró la forma de trabajo de los horarios. Hubo
contratación de tiempo completo en vez de trabajo de cuatro horas, luego se les
contrata por tiempo completo.
Después de
1981 hubo mayor participación por miembros del equipo. Se logró la disminución
del TEC (Terapia Electro Convulsiva), como opción terapéutica. Se le dio más
importancia a la observación de la patología que representaba el paciente. Se
hizo énfasis a proveer las dosis adecuadas de fármacos y a manejar los aspectos
de cada caso. Se empezó a ver al paciente en su totalidad.
Antes de
1980 había hacinamiento de los pacientes, prácticas de terapia electro
convulsiva o electroshock frecuentes y fomento de la institucionalidad del
paciente. Después de 1980 se empezaron a sacar a los pacientes al aire libre
(sistema de puertas abiertas).
A partir de
1983, el hospital adquirió la categoría de Hospital Docente, en la especialidad
de Psiquiatría. La primera promoción de alumnos-psiquiatras fue en 1987.
Los Años 80: De
Manicomio a Atención Psicosocial
Los años 80
fueron prósperos para el hospital. Esta época fue sin lugar a dudas cuando el
hospital dio más pasos hacia delante. La creación de los hospitales de día en
los departamentos fue de gran impacto para los pacientes mentales. Se atendía a
los pacientes en el contexto familiar y de la comunidad. De esta manera, se
ayudaba al paciente a gozar de su ambiente hogareño y a evitar su
institucionalización.
A fines de
julio de 1979, había alrededor de 300 pacientes en el hospital. Casi 170
personas trabajaban atendiéndolos, incluyendo médicos, paramédicos y
auxiliares. Se dice que algunos empleados habían sido enviados ahí por
“castigo” (Revista Envío, 1987).
En 1981 se
continuó el proceso de mejoras a la salud mental nacional. Una de las prioridades
fue el sistema nacional único de salud que se organizó para atender a grupos de
altos riesgos. Esto incluyó una reelaboración de objetivos para adaptarlos a la
realidad y a las limitaciones del país.
Influenciado
por los psiquiatras nicaragüenses que regresaban a Nicaragua después de la
guerra, se establecieron los servicios comunitarios de salud mental (Centro de
Atención Psicosocial o CAPS), en primer lugar en Managua en 1982.
En 1983,
trabajaban 15 psiquiatras en los equipos de salud mental del ministerio de
salud. Nueve de estos psiquiatras eran extranjeros. Todos los psiquiatras
nicaragüenses, excepto uno, trabajaban en Managua. Las nacionalidades de los
psiquiatras extranjeros eran: dominicanos, argentinos, costarricenses
franceses, italianos, suizos, y españoles.
En esta
fecha, se realizó una interesante iniciativa de "acercamiento" de los
internos del hospital a la vida social. Unos 20 pacientes, acompañados de un
grupo de trabajadores psiquiátricos y en coordinación con el Ministerio de
Reforma Agraria, participaron en la recolección anual del café (La Barricada,
1983).
En los años
siguientes se dio un mejoramiento progresivo de la atención psiquiátrica, lo
cual marcó un paso fundamental en el proceso de transformación. Al hospital se
le apodaba "manicomio", lo cual era una manera burlona y no
profesional de llamarlo.
La
denominada humanización constó de ir reduciendo los métodos represivos para la
cura de las enfermedades mentales. Se dudó de la efectividad del electroshock.
Los 4,644 electroshock aplicados a enfermos hasta el 1980, quedaron reducidos a
135 en 1984. Desde ese año esa práctica comenzó a ser anulada y ya no se
utiliza. En ese año, se cerraron dos de los seis pabellones del hospital.
A finales de
1986, quedaban en la institución unos 170 pacientes. La mitad de ellos eran
"crónicos", es decir, de hospitalización prolongada, que ya habían
perdido prácticamente, con el tiempo, su vinculación familiar o comunitaria
(Bolaños, 1986).
En 1987 se
dio la primera unidad de CAPS fuera de la capital. Esta abrió en León. Otras
inauguraciones fueron en Chinandega y Granada. Contando con la influencia y el
apoyo de psiquiatras y psicólogos de México y Suecia, los CAPS contribuyeron al
nuevo modelo de servicios de salud mental. Se establecieron actividades de
grupo para pacientes y familiares. Los familiares comenzaron a tener un papel
importante en la recuperación del enfermo. Las experiencias positivas se
demostraron en esta forma de trabajar, de profesionales, pacientes y
familiares. Se notó que el trabajo con grupos es una alternativa rentable para
los países pobres, pues los recursos para los servicios de salud mental son
escasos (Caldera, et al., 1995).
Desastres Naturales de los 90s
El Huracán Mitch y
El Deslave del Casitas
Los
resultados de un estudio monográfico del hospital revelaron resultados de una
muestra de estudiantes de secundaria. Se encontró que un 73% de éstos
experimentan temor durante vientos huracanados, el 68% revelan temor a una
inundación, 6% de los encuestados tienen familiares que fallecieron durante el
huracán, y muestran pensamientos de venganza, 69% vieron niños y adultos
gravemente heridos, el 22% tuvieron que cambiar de residencia, 55% muestran
temor a la muerte. El 15% tienen problemas para dormir, el 50% siente deseos de
llorar en algunas ocasiones, el 52% tienen pesadillas relacionadas con
tragedias. (Molina, 1999).
Uno de los
resultados del estudio fue que las personas con problemas previos de salud
mental eran más propensos a buscar cualquier tipo de ayuda por problemas de
salud mental después del huracán Mitch, y las personas que eran analfabetas
tenían menos probabilidades de buscar ayuda profesional que otros. En total, un
8.5% del total encuestado informó que habían pensado en quitarse la vida. Las
personas con problemas previos de salud mental eran más propensos a informar
ideas suicidas (Caldera, 2004)
El Huracán Juana
En octubre
de 1988, Nicaragua sufrió un evento que afectó a todo el país principalmente a
la costa atlántica. Provocó daños materiales y humanos. Se reportaron 184
heridos, 100 desaparecidos, 148 muertos y 412,500 damnificados. Entre los
efectos del Huracán Juana, (Sánchez, 1989), de 76 casos investigados, se vio
que la sintomatología más presente fue en el área afectiva. El llanto, la tristeza
y la angustia fueron visibles. Los grupos de edades más afectados fueron
personas de 25 a 39 años. Un grupo más pequeño presentó síntomas en el área
motora, cognoscitiva, y afectiva. Según testimonios en el estudio del Dr. Sánchez,
los ciudadanos afectados por este huracán desarrollaron un sentido de unidad y
fuerza para reconstruir Bluefields. Seguramente dinámicas de grupo con
Coordinadores de Salud Mental ayudaron a que los refugiados colaboraran entre
sí, y mantuvieran su salud mental. (ibid)
Estos resultados
fueron similares a los vistos después del terremoto de 1972, según la
investigación de García-Prieto (1975). En este trabajo se entrevistaron
personas afectadas por el desastre natural y se comprobó que la unidad familiar
de las víctimas contribuyó a disminuir el impacto del desplazamiento por falta
de vivienda.
Más allá de las catástrofes
Algunos de
los adelantos y mejora de procesos se han identificado en tesis escritas por
los residentes médicos del hospital. En 1996, se consideraba al hospital como
una unidad docente de atención psicosocial única en el país, que cumplía normas
y criterios científico-técnicos en relación al ingreso, tratamiento, y egreso
de pacientes a los que se les brindaba atención. (Ramírez Ibarra, 1996)
Según
Ramirez Ibarra, el expediente clínico constaba de: datos precisos,
científicamente recolectados de los procesos relacionados con los trastornos
psiquiátricos, médicos y sociales del paciente. Este expediente, debidamente
escrito, facilitaba la comunicación e integración entre los miembros del equipo
y con otros equipos e instituciones. (Ramírez Ibarra, 1996). El Dr. Ramírez
Ibarra narró cómo se diagnosticaba y como se asesoraba al paciente que
ingresaba, y el tipo de condiciones con las cuales egresaba. (Ramírez Ibarra,
1996).
En 1997 el
Dr. Marvin Rocha Vanegas escribió en sus tesis que existía una deficiencia de
personal y de equipo tanto en el manejo como en el control de los pacientes. El
mencionó que se dificultaba el monitoreo del medicamento y debido a la “poca capacidad
de diagnóstico al poco desarrollo de educación permanente.” (Rocha Vanegas,
1997).
El Dr. Rocha
Vanegas narró que al hospital acudían pacientes con trastornos mentales de todo
el país, y que se hacía uso rutinario de neurolépticos para inhibir sus
síntomas psicóticos. (Rocha Vanegas, 1997).
En 1999, el
Dr. Santiago Sequeira Molina, fue director del hospital, y docente del mismo.
El Dr. Gonzalo García Caballero encontró deficiencias en el llenado y en la
organización de los diferentes componentes del expediente clínico, así como en
la falta de interrelación entre las diferentes especialidades vinculadas con la
atención del paciente. Menciona el Dr. García Caballero que eso ha limitado la
obtención de la información adecuada para la asistencia, administración,
docencia e investigación. (García Caballero, 1999)
En esta
misma fecha, el Dr. José Antonio Ayerdis Zamora describió en su tesis la
evolución del tratamiento del enfermo mental. Desde la silla giratoria, el
exorcismo, la terapia electroconvulsiva, hasta la creación de fármacos cada vez
más potentes y selectivos para modificar la conducta humana y mejorar los
síntomas de los trastornos mentales. (Ayerdis Zamora, 1999).
El Dr.
Ayerdis Zamora narró cómo era la salud mental en 1931, y los fármacos para
mejorarla. Mencionó que en 1945, la excitación psicótica se trataba con sales
de litio. Se mencionan los fármacos y como han ido mejorando. (Ayerdis Zamora,
1999).
Se comprobó,
según el Dr. Ayerdis Zamora, que existió entonces un uso inadecuado de fármacos
desde la perspectiva de dosis, asociación e indicaciones, especialmente en el
llenado del perfil farmacoterapéutico. Su tesis sirvió para saber cuáles con
los tipos de fármacos y como se prescriben, usan y documentan en el hospital. (Ayerdis
Zamora, 1999).
En el 2007,
la Dra. Odili Margarita Manzaneres Bustos recogió información a través de la
revisión de cada uno de los componentes del expediente clínico de 77 pacientes
ingresados. Participó en la investigación un equipo multidisciplinario quienes
se plantearon los elementos propios de su intervención. Este fue el primero
estudio con este tema, según ella.
Ella
encontró las siguientes características:
·
Mayor porcentaje de pacientes: del sexo
femenino. La mujer busca ayuda y es más vulnerable por su género. 38%
masculino, 62% femenino.
·
Edades de 16-35 años 58%, de 36 a 49 años 23% y
50 años o más, un 19%. Estos datos concuerdan con lo joven de la población
nicaragüense.
·
Nivel académico: secundaria 45%, 36% solo
primaria, 12% profesionales, 3% universitarios
·
Religiones: católica. 39%, evangélica 22%
·
Desempleados: 66%, que coincide con alto índice
de desempleo en el país.
·
66% solteros, que corresponde al predominio de
edades jóvenes. 18% casados, 13% acompañados y 3% viudos.
·
Causa de ingreso: trastornos afectivos bipolares
29%, trastornos depresivos mayores 19%, consumo de drogas 18%, intentos
suicidas 16% y esquizofrenia 9%
·
Comorbilidad psiquiátrica: la mayor fue de
trastorno afectivo más consumo de drogas, luego trastorno afectivo bipolar más
intentos suicidas y trastorno depresivo mayor asociado a uso de drogas
·
Comorbilidad no psiquiátrica: hipertensión
arterial, diabetes mellitas, infección de vías urinaria, gastritis,
hipertiroidismo. (Manzaneres Bustos, 2007).
En el
hospital, único de salud mental existente en Nicaragua, se han atendido
pacientes de ambos sexos con diversas patologías mentales que no pueden
atenderse en otro tipo de unidad de atención. (Manzaneres Bustos, 2007. En el
2007 surgió la unidad de intervención en crisis, para dar un mejor servicio de
salud mental. Se logró identificar en los pacientes hospitalizados, otras patologías
asociadas, psiquiátricas y no psiquiátricas. (Manzaneres Bustos, 2007)
En el 2007,
la Dra. Elda Jirón, encontró una asociación entre el uso de sustancias
psicoactivas y otras patologías psiquiátricas. Ella reportó haber encontrado
trastornos de conducta, trastornos orgánicos y, en menor frecuencia, trastornos
bipolares y esquizofrenia. Ella concluyó que los enfermos mentales del hospital
tenían problemas médicos, los cuales merecían atención. La Dra. Elda Jirón
mencionó algunos de los pasos utilizados en el hospital para establecer el diagnóstico.
Estos fueron, la historia psiquiátrica longitudinal y el examen del estado
mental. También se hizo énfasis en el aspecto general, conducta motora, actitud
durante la entrevista, estado anímico, afecto, y lenguaje del paciente.
La Dra.
Manzaneres Bustos expresó que la historia de la atención del enfermo mental es
una parte de la historia social de la marginación en Nicaragua. Escribió que en
toda cultura y lugar ha existido la enfermedad mental (Manzaneres Bustos,
2007). El Dr. Cabrera Gutiérrez, investigó a 200 usuarios del servicio de
emergencia en el 2008 y concluyó que la mayoría de éstos eran de procedencia
urbana, de sexo femenino, casados, con la secundaria aprobada, cristianos y
evangélicos. Eran profesionales, amas de casa y técnicos. (Cabrera Gutierrez,
2009).
El hospital en el
2010
Hoy en día,
el hospital psiquiátrico es un sitio que no ha dejado de ser un centro de
alienados. No se le brinda la importancia que se merece. Sólo un pequeño
porcentaje se dedica a la salud mental. La docencia es el área más próspera y
la razón de más visitas al hospital. Los días de clases, los alumnos de las
universidades llenan los parqueos. Las visitas de los familiares de los
pacientes no alcanzan esa magnitud.
Hasta marzo
del 2010, existían en la biblioteca del hospital tesis escritas por los alumnos
del programa de docencia psiquiátrica sobre temas como: los enfermos
discapacitados, los que tienen intentos suicidas, los que tienen enfermedades
no psiquiátricas, y sobre el estrés laboral de los que trabajan en el hospital.
Cada año el hospital brinda 12 mil consultas a pacientes con algún tipo de
trastorno mental. El alto costo de las medicinas, servicios básicos,
alimentación y mantenimiento del hospital ahogan el presupuesto dado a este
centro.
La primera
impresión de este centro puede ser negativa. Es un lugar aislado, con personas que
podrían parecer violentas, por su comportamiento errático y estado de abandono,
pero son inofensivas. El hospital ha sido olvidado y abandonado a través de su
historia por muchas razones y circunstancias. Sin embargo, ha hecho el cambio
en las vidas de muchos, de la misma manera que el Hospital La Mascota ha hecho
un cambio en niños, y el Berta Calderón ha hecho un cambio en mujeres. El
hospital ha efectuado un cambio en los pacientes de salud mental.
Los enfermos
mentales de este hospital son personas que necesitan afecto, atención y una
mejor calidad de vida, que le podemos dar, aportando cada uno de nosotros un
granito de arena. Sus empleados han sido diligentes y fieles a su causa, a
pesar de arrestos, huelgas, despidos, destrucción de edificios, y muchas
situaciones más. Estos empleados han contribuido a la mejora de la atención a
los pacientes y a anotar datos para poder escribir esta historia.
El kilometro
cinco no debe ser un sitio de terror, sino un centro de esperanza.
REFERENCIAS
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Fuentes:
http://www.hcentroamerica.fcs.ucr.ac.cr/index.php?option=com_content&view=section&id=6&Itemid=5
http://www.hcentroamerica.fcs.ucr.ac.cr/Contenidos/hca/cong/mesas/x_congreso/hist_social/kilometro5-managua.pdf
que estupendo artículo. QUIEN LO ESCRIBIO? QUIEN ES EL AUTOR?
ResponderEliminarEl documento lo encontramos en la base de datos del sitio de la Escuela de Historia, de la Universidad de Costa Rica.
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