lunes, 23 de diciembre de 2013

Quis custodiet ipsos custodes (Los Escollos de la Potestad)

Por Wilhelm Lang

Es curioso que para estas fechas de regocijo y reflexión en compañía de familiares y seres queridos me encuentre sentado frente a mi computador escribiendo un artículo, o una breve crítica. Rara vez lo hago y lo comparto con los demás. A pesar de que me considero ser un asiduo lector, pocas veces siento el impulso de sentarme a plasmar aquello que una noticia me suscita. Creo que por eso es pertinente agradecer a dicha noticia, pues me ha sacado de mi largo letargo.

Leía en la mañana de hoy una entrevista al Dr. Nelson García Lanzas (psiquiatra y psicoterapeuta) publicada en el diario La Prensa, de título “¿Es usted un Grinch?”, a cargo de la Lic. Amalia del Cid. He de aclarar que la entrevista estuvo muy bien estructurada y las preguntas elaboradas muestran esto. Lo que me inquieta en verdad son algunas de las respuestas dadas, principalmente por el grado académico que ostenta el entrevistado y por su oficio de especialista en salud mental. A pesar de no compartir sus lineamentos, existe en su tesis planteamientos que entrevén una serie de sesgos subjetivos. En primer lugar, un claro sesgo religioso. A pesar de autodefinirse como una persona más espiritual que religiosa, la forma en que elabora sus respuestas muestra lo contrario. Entrelineas se lee el siguiente mensaje: “Es un tiempo de reflexión porque nació Jesús Cristo”. Él mismo expone que para los cristianos es una invitación a la reflexión, pero se observan más apóstatas de la fe en Nicaragua en los últimos 10 años. Hay gente que no cree que Jesús de Nazareth sea su salvador, y es capaz de reflexionar. Como hay gente que no necesita la fecha para hacerlo. Hay gente que no gusta de las fechas por el consumismo que se ve, principalmente porque contradice lo que el tiempo de adviento trata de enseñar, considerando entonces la fecha como una muestra de afecto hipócrita y superficial.

Es notable también un sesgo socioeconómico al momento de leerlo. Hipotetizo que una gran mayoría de la población que atiende pertenece a un sector con un alto poder adquisitivo. Menciona "irse a vacacionar al mar en fin de año", cuando personas de estratos socioeconómico medios o bajos presenta muchas dificultades para poder hacerlo. Acá se muestra claramente que un punto de vista distinto genera una percepción distinta de la realidad. Al mantener una percepción distinta, se crea una cosmovisión diferente y se tiende a observar aquello más habitual. Esto no debería aplicar para un psicoterapeuta, que debe manejar que un condicionante mayúsculo para las diferencias individuales son sus estresores vitales cotidianos. Relacionado a esto se trasluce también cierto sesgo profesional, pues hace reiteradas menciones a trastornos psiquiátricos que ameritan trabajo interdisciplinario, psicopatologizando desproporcionadamente la tristeza y añoranza (emociones comúnmente encontradas en humanos saludables), mostrando un discurso polarizado. Ahora, existen los episodios depresivos estacionales, pero no todo se puede reduce a depresiones, bipolaridades o traumas. Misma crítica se le hizo a Freud en su momento, (tanto detractores como sus mismos seguidores, luego teóricos) al vincular todo con el impulso sexual o traumas dentro de los primeros 7 años de vida. Por ende, centrarse desde un solo punto de vista cuando el problema tiene más de una explicación no es lo más apropiado para explicar las causas y consecuencias de dichas dificultades.

Por otro lado, no entiendo la necesidad de abarcar implícitamente al sector político-partidario. Es a mi parecer irresponsable elaborar juicios cuando el tema no corresponde. Si bien es necesario hacer política y hablar de la “Res Pública”, es más recomendable hacerlo dentro de los contextos que para ello existen, informándose previamente. La frase “Un fanatismo religioso que lo que facilita es un turismo religioso” sirve de ejemplo para lo que a continuación se expresa. Tengo entendido que turismo religioso se refiere a visitar lugares históricos o simbólicos en dependencia de la fe que se profese (llámese Jerusalén, la Meca, o más contextualizado, la lavada de la plata en Chinandega). El término se emplea erróneamente, demostrando poca elaboración y conocimientos del tema. Ergo ¿para qué mencionarlo? ¿Suscitar Polémica? ¿Catarsis, quizá?


A a mí me gusta la navidad. En verdad. No sólo porque si no me gusta (por lo que ha expresado acá el Dr.) estoy enfermo, y estoy en contra del Status Quo, tengo un problema. ¿O seré un problema para la sociedad? Hay que decir, personas con estudios especializados, con cargos importantes y (sobre todo) personas cuyo trabajo consiste en mejorar la calidad de vida de las personas a través de métodos farmacéuticos y psicoterapéuticos tienen sobre sus hombros un poder que la misma sociedad les ha otorgado. Por algo se llaman “Licenciaturas”, porque dan “Licencias”, es decir, facultades y derechos. Muchas personas lo leerán en la prensa escrita y verán que un doctor con varios estudios plantea, con un juicio sesgado que si a una persona no le gustan las fechas, está mal. Es un argumento subjetivo, expuesto de forma tal que tenga apariencia científica, pero que tiene sus bases en hábitos claramente adquiridos por la profesión de fe, hábitos que subrayan ya en religiosidad. Argumentos que se manifiestan desde ésa religiosidad y toman forma de ciencia no responden al rigor científico al que se debe apegar ni tampoco exalta la fe en la que cree. Es claramente insuficiente. 

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